¿QUÉ ESPERAS DE TU PREPARADOR FÍSICO?

Hace unos días un jugador profesional de fútbol sala y buen amigo me hablaba de la preparación física en nuestro deporte.

Me hablaba de cómo vive esa parcela del entrenamiento, cada vez más importante, por no decir fundamental, y de cuál era su opinión al respecto después de varios años de experiencia y haber entrenado con diversos cuerpos técnicos.

Después de una larga conversación, llegamos a la conclusión de que es casi más importante la actitud, que la aptitud a la hora de la verdad para entrenar, pues ésta se presupone llegados a cierto nivel o exigencia de la competición.

Esto me hizo plantearme una serie de interrogantes. Soy consciente de que hay muchos tipos de preparadores físicos, casi tantos como tipos de personas diría yo, ¿pero cuál es el mejor?. ¿Hay alguno mejor para obtener mayor o mejor rendimiento?. ¿De todos los que has tenido, con cuál te quedarías?. Esto, desde el punto de vista del jugador o deportista, pero bien; tú, como preparador físico de deportes colectivos o individuales o como entrenador personal, ¿con cuál te identificas más?.

Hoy en día, el entrenamiento ha evolucionado mucho. Parece que el entrenamiento ‘físico’ ya no es un ‘a parte’, sino que se considera parte indivisible de la sesión junto a lo ‘táctico’, ‘técnico’ y ‘estratégico’. Eso significa que los preparadores físicos tenemos mucho más protagonismo. Ahí es donde encontramos un perfil muy variado, aun por definir, en muchos de los casos.

Encontramos a los compañeros que siempre están a última, poseen todo el material de última generación, tipo teletienda, todo lo prueban, todo ´funcional’, esas sesiones que tardas más en preparar todo el aparataje casi el tiempo efectivo que inviertes en el propio entrenamiento. Personalmente, reconozco que cada vez acumulo más material gracias a los años de trabajo, la variedad en el entrenamiento es fundamental y debemos aprender a ser creativos, pero ¿sólo eso?, ¿siempre eso?. Tenemos que reflexionar si es efectivo a largo plazo, o qué volumen del entrenamiento queremos dedicar a ello.

Por otro lado está el filósofo,  el que se pierde en grandes explicaciones, el que parece que no ha salido del aula, muy teórico, muy reflexivo. A veces nos pasa, sobre todo a los que nos dedicamos a la docencia. Hay jugadores a los que le gusta saber por qué se hacen las cosas, pero no a todos. Grandes explicaciones provocan pérdida de atención e interés.

No estamos en clase, ¡hay que entrenar, no hay tiempo que perder!.

También conocemos a los maratonianos, ahora que está tan de moda el ‘mundo runner’, correr, correr, siempre correr, consiguiendo grandes atletas; pero, ¿a qué deporte jugamos?.

Si, jugamos. Y queremos seguir jugando.

El científico. Un perfil interesantísimo. Creo que sin ellos no avanzamos. Son los que estudian, comprueban y demuestran. Eso es lo que hace crecer a nuestro gremio. Pero hablo de trabajo en pista. Tests, match analysis, perfiles metabólicos, pulsómetros. Todo eso aporta mucha información válida y otra que no lo es tanto. No perdamos la perspectiva, estamos entrenando.

Finalmente encontramos un perfil de entrenador casi a extinguir, al menos en lo que al deporte colectivo se refiere. El culturista o técnico de musculación. No entiendo esos preparadores físicos que no han pisado una sala de musculación,  pero tampoco a los que no quieren salir de ella. No me gustan los extremos. Creo que hay que conocerlo para optimizar al máximo el desarrollo integral del deportista, pero tampoco puedo quedarme sólo en eso.

Hace mucho tiempo, cuando empezaba en este mundillo y andaba en 2º de carrera, en una entrevista de trabajo me dijeron que un entrenador que no entrena él mismo no suele tener éxito. Se me quedó grabado. Dar ejemplo es lo mejor que podemos hacer.

Desde mi humilde opinión, el preparador físico debe ser un técnico más,  un ENTRENADOR. A partir de ahí, podemos considerarle especialista o experto en entrenamiento físico. Y luego  todo lo demás.

Ojalá pudiéramos coger un poquito de cada uno, eso sería lo ideal. Creo que eso nos va a llevar toda nuestra vida profesional, mientras tanto considero vital que entienda al jugador (empático), que sea claro y conciso. No significa que deba ser su amigo, simplemente que pretenda entender lo que necesita en cada momento, tarea nada sencilla por otro lado, y si además lo hace con una sonrisa y disfrutando de lo que hace seguro que llega al deportista de otra manera.

Por encima de todo, que trabaje en consonancia directa con el resto de miembros del cuerpo técnico y siempre dentro de la REALIDAD de su deporte en cuestión.

Trabajar con material humano requiere conocer las propias potencialidades y carencias de cada uno, sacando provecho de las primeras y teniendo motivación y voluntad para superar las segundas desde una expectativa de éxito, aumentando progresivamente la seguridad para afrontar nuevos retos de aprendizaje (aprender a aprender …).

Si además no nos conformamos y tratamos de superarnos cada día, eso que nos llevamos, y nuestros jugadores seguro que nos lo van a agradecer. Que nuestro objetivo no sea copiar a nadie, sino buscar la propia personalidad en el trabajo, siempre intentar ser mejores, pero queriendo ser uno mismo.

Quizá lleguemos a un punto que no era el que imaginábamos, pero probablemente sí demuestre ser el mejor para cada uno de nosotros.

 

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